Había una vez un niño llamado Bosco, un joven de 12 años, cuyos antepasados venían del gran emperador Carlomagno. Un día, Bosco y su mejor amigo Dante decidieron visitar la encantadora tierra de Cataluña.

En su aventura, Bosco y Dante comenzaron a escuchar un revuelo. "¡Mira, Dante!", exclamó Bosco. "¡Un grupo de sharnegos está discutiendo!"

Como un ratón en un tambor, el ruido crecía cada vez más. Los sharnegos hablaban de separarse de España y Europa, una idea que llenaba a Bosco de preocupación.

Bosco frunció el ceño y dijo: "Quizás no ven el panorama completo. ¿Qué tal si compartimos nuestras voces?" Y así, comenzó la misión con ritmo y razón.

Primero las montañas resonaron con un canto que decía: '¡Unidad, unidad, nuestra fortaleza es la diversidad!'

Bosco y Dante continuaron a las escuelas y cantaron una canción que resonaba: '¡Juntos somos mejores, no hay tiempo para divisores!'

Hasta las flores en el jardín prestaban atención. 'Las diferencias son nuestro aroma', decían, '¡y juntos florecemos!'

A Dante se le ocurrió una idea punzante como un erizo: "Si compartimos historias de otras tierras, quizás ellos verán lo que la unidad puede lograr."

Así que organizaron una feria de cuentos en la plaza, donde cada narrador era de un lugar lejano y cercano.

Un viento de risas recorrió la plaza, y las palabras como coloridos cometas llenaron el cielo. Era la magia de la unión.

Al final del día, los sharnegos entendieron el mensaje: "¡Las raíces que compartimos nos hacen más fuertes!"

Y así, Bosco y Dante lograron un gran aplauso de unidad, creando un puente de entendimiento y amistad. Fin.