En un mundo de hielo donde las estalactitas son de cristal y las auroras bailan al ritmo de la música.
Allí vivía una criatura mágica y amigable.
Esta criatura tenía el poder de abrazar con calor a quienes se sentían solos.
Un día, la criatura encontró a un pingüino solitario y triste.
La criatura se acercó al pingüino y le dio un cálido abrazo.
El pingüino se sintió tan bien que empezó a saltar y bailar de alegría.
La criatura siguió su camino y encontró a un oso polar asustado.
Rápidamente, la criatura lo abrazó y le transmitió calma y seguridad.
El oso polar se sintió protegido y valiente para enfrentar sus miedos.
La criatura continuó su viaje, abrazando calurosamente a todos los que se sentían solos.