Había una vez una niña llamada Luna, que vivía en una casa soleada con su gato, Rayas.
Cada mañana, Luna se despierta con Rayas durmiendo al pie de su cama, ronroneando suavemente.
Después del desayuno, Luna prepara su caja de juegos con pelotas de colores y campanas.
Rayas mira la caja con ojos brillantes. Salta hacia la primera pelota y la golpea con su pata.
Girando y saltando, Rayas persigue las pelotas mientras Luna ríe y aplaude.
Luna le muestra a Rayas cómo las pelotas pueden rodar por debajo de los muebles.
Rayas aprende rápido y usa sus patitas para sacar las pelotas de los rincones escondidos.
Jugar tanto cansa a Rayas, que bosteza y estira sus patas largas.
Luna entiende que Rayas necesita descansar y le prepara un lugar suave para dormir.
Con un último ronroneo, Rayas se recuesta y cierra los ojos, listo para soñar.
Luna se sienta junto a Rayas y le acaricia la espalda suavemente hasta que se queda dormido.
Contenta con su día de juegos, Luna decide dibujar sus aventuras con Rayas en su cuaderno.
Reflection Questions