Una mañana soleada, el palacio estaba revuelto. ¡La corona de la reina había desaparecido!
La reina miró en cada rincón de su cuarto, detrás de cortinas y debajo de la cama. Nada.
El mayordomo afirmó, 'Estaba aquí anoche, lo prometo'. Parecía muy preocupado.
La cocinera dijo, 'Hice pastel anoche, y no vi la corona por ningún lado'.
Los guardias hablaban entre ellos, '¿Será que uno de nosotros la tomó por error?'
Incluso el gato del palacio fue buscado. ¿Podría haberla empujado detrás de algo?
El príncipe pequeño lloró, '¡Yo no fui!'. Su coartada: estuvo jugando en el jardín todo el tiempo.
Después de muchas horas, la búsqueda parecía imposible. La corona parecía haberse desvanecido.
Pero justo cuando todos perdían la esperanza, el perro del palacio empezó a ladrar fuerte.
El perro llevó a todos a su casita. Ahí, entre sus mantas, ¡estaba la corona!
Todos respiraron aliviados, pero ¿cómo llegó ahí? Parecía un gran misterio.
La reina sonrió y puso la corona en su cabeza. Todo estaba bien de nuevo en el palacio.
Reflection Questions