Había una vez un niño llamado Lucas que soñaba con ser una estrella de rock. Todos los días, Lucas tocaba la guitarra en su habitación y cantaba sus canciones favoritas.
Un día, Lucas decidió que quería una estrella de rock que lo ayudara a cumplir su sueño. Entonces, escribió una carta a su hada madrina y le pidió que le trajera una estrella de rock.
El hada madrina de Lucas leyó la carta y decidió ayudarlo. Le dijo a Lucas que debía ser amable y empático con los demás si quería que su deseo se hiciera realidad.
Lucas no sabía qué significaba ser empático, así que le preguntó a su mamá. Ella le explicó que ser empático era ponerse en el lugar de los demás y entender cómo se sienten.
Desde ese día, Lucas comenzó a ser empático con las personas que lo rodeaban. Escuchaba a sus amigos cuando tenían problemas y trataba de ayudarlos de la mejor manera posible.
Poco a poco, Lucas se dio cuenta de que ser empático lo hacía sentir bien. Además, sus amigos lo apreciaban mucho y estaban dispuestos a ayudarlo en su camino hacia convertirse en una estrella de rock.
Un día, mientras Lucas estaba practicando su canción favorita en el parque, una de las personas que lo escuchó tocar le dijo que tenía una amiga que conocía a una famosa estrella de rock.
Lucas se emocionó mucho y le pidió al extraño que le presentara a su amiga. Así que, gracias a su empatía y amabilidad, ¡Lucas finalmente tuvo la oportunidad de conocer a su ídolo!
Desde ese día, Lucas siguió esforzándose y logró convertirse en una verdadera estrella de rock. Pero nunca olvidó la importancia de la empatía y siempre trató de ayudar a los demás con su talento.
Y así, el niño que deseaba una estrella de rock no solo cumplió su sueño, sino que también se convirtió en una inspiración para todos aquellos que se cruzaban en su camino.
Reflection Questions