Había una vez un niño llamado Pedro que no se quería bañar.
Sus padres le explicaron que la higiene era importante, pero él se negaba.
Un día, mientras Pedro jugaba en el parque, una nave espacial aterrizó cerca de él.
"¡Hola Pedro! Soy el capitán del espacio y necesito tu ayuda para salvar nuestro planeta. Pero primero debes bañarte", dijo el capitán.
Pedro dudó, pero al ver lo emocionante que era viajar al espacio, decidió tomar un baño.
Después de bañarse, Pedro se subió a la nave y volaron rumbo al espacio.
Durante su viaje, el capitán le enseñó a Pedro la importancia de la paciencia.
Finalmente, Pedro y el capitán llegaron a un planeta lleno de criaturas divertidas.
Pedro se divirtió tanto que se olvidó de no querer bañarse.
Desde ese día, Pedro aprendió a ser paciente y a entender que a veces hay que hacer cosas que no nos gustan.
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