Había una vez una niña llamada Sofía que vivía cerca de un bosque encantado. Ella tenía una perrita llamada Luna.
Sofía y Luna amaban explorar juntas. Una tarde soleada, se adentraron en el bosque para buscar frutos deliciosos.
El bosque estaba lleno de árboles gigantes y plantas brillantes que hablaban suavemente con el viento.
Las dos amigas encontraron un arbusto de frambuesas. "Luna, mira! Vamos a recoger algunas para la cena," dijo Sofía.
Mientras recogían las frambuesas, un pájaro parlante les dio la bienvenida. "¡Hola! ¿Buscan los frutos mágicos?" preguntó.
Sofía respondió con curiosidad, "¿Frutos mágicos? ¿Dónde podemos encontrarlos?" El pájaro señaló con su ala hacia un sendero oculto.
Siguiendo el sendero, descubrieron un claro iluminado por luciérnagas donde crecía un árbol de frutas brillantes.
"Luna, estas frutas resplandecen como estrellas," exclamó Sofía. Tomaron algunas frutas y agradecieron al árbol.
De regreso en casa, Sofía y Luna compartieron las frutas mágicas con su familia, que sabían a sueños y risas.
Esa noche, Sofía soñó con bosques mágicos y aventuras futuras con su valiente perrita, Luna.
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