Había una vez una casa muy bonita en un pequeño pueblo. En esa casa vivían muchos niños felices.
Los niños tenían el pelo de diferentes colores y los ojos brillantes. Algunos tenían el pelo rubio y otros el pelo castaño. Algunos tenían los ojos verdes y otros los ojos azules. Todos eran únicos y especiales.
Un día, los niños decidieron explorar el jardín de la casa. Había flores bonitas de diferentes colores, mariposas volando y pájaros cantando. ¡Era un lugar mágico!
Jugaron al escondite entre los árboles y se balancearon en los columpios. Luego, encontraron una puerta pequeñita en un arbusto. ¡Era un pasaje secreto!
Caminaron por el pasaje secreto y llegaron a un hermoso campo lleno de colinas verdes y flores silvestres. Allí, encontraron una merienda preparada con amor: sándwiches de mermelada y galletas de chocolate.
Se sentaron en la hierba y compartieron la merienda mientras el sol brillaba sobre ellos. Rieron y jugaron, disfrutando de su día especial en la casa bonita.
Al final del día, los niños volvieron a la casa bonita. Estaban cansados pero felices. Agradecieron por todas las aventuras y se prometieron seguir explorando juntos.
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