Había una vez un archipiélago de islas flotantes.
En estas islas vivía una criatura muy especial.
Esta criatura no tenía forma humana, era única.
La criatura tenía la habilidad de tejer hilos luminosos.
Cada vez que tejía un hilo, las islas se unían.
La criatura iba de isla en isla, extendiendo sus hilos.
Las personas en las islas se sentían conectadas.
La criatura seguía tejiendo y tejiendo, sin descanso.
El archipiélago se volvió un lugar de amor y amistad.
Y así, la criatura siguió uniendo islas y corazones.